Cosas que leo #73:

    Pastoral americana, Philip Roth

    «A juzgar por su lugar de trabajo, no parecía que la muchacha sustentara todavía la creencia de que su vocación iba a cambiar el rumbo de la historia norteamericana. Era evidente que si alguien subía por la oxidada escalera de incendios del edificio, ésta se desprendería de sus fijaciones y caería a la calle. La función de la escalera no era salvar vidas en caso de incendio, sino colgar allí inútilmente como testimonio de la inmensa soledad que es inherente a la vida. Para él carecía de cualquier otro significado…, ningún significado podría hacer mejor uso del edificio. Sí, estamos solos, profundamente solos, y siempre nos aguarda una capa de soledad todavía más profunda. No podemos hacer nada para cambiar el estado de las cosas. No, la soledad no debería sorprendernos, por asombrosa que pueda ser su experiencia. Puedes intentar volverte del revés, pero entonces todo cuanto eres estará del revés y solitario en lugar de estar igualmente solitario pero en su sitio…»

    Nº de páginas: 512

    Editorial: DEBOLSILLO

    Traducción: JORDI FIBLA FEITO

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #57:

    El extranjero, Albert Camus

    «En ese momento bostecé y el viejo me comunicó que se marchaba. Le dije que podía quedarse y que sentía mucho lo que le había pasado a su perro: me dio las gracias. Me dijo que mamá quería mucho a su perro. Al hablarme de ella la llamaba «su pobre madre». Supuso que debía de sentirme muy desgraciado desde que mamá había muerto y no contesté nada. Me dijo entonces, deprisa y con cara de apuro, que sabía que en el barrio me había ganado mala fama por haber mandado a mi madre al asilo, pero que él me conocía y que sabía que quería mucho a mamá. Contesté, sigo sin saber por qué, que hasta ahora no me había enterado de que tuviera mala fama por eso, pero que el asilo me había parecido lo más natural puesto que no me llegaba el dinero para pagar a alguien que cuidara de mamá. «Por lo demás -añadí-, hacía mucho que no tenía nada que decirme y se aburría sola.» «Sí -me dijo él. y en el asilo por lo menos hace uno amistades.» Luego, se disculpó. Quería dormir. Ahora le había cambiado la vida y no sabía muy bien qué iba a hacer. Por primera vez desde que lo conocía, me tendió la mano con ademán furtivo y noté las escamas de la piel. Sonrió un poco y, antes de irse, me dijo: «Espero que los perros no ladren esta noche. Siempre creo que es el mío…»»

    Nº de páginas: 128

    Editorial: PENGUIN RANDOM HOUSE

    Traducción: MARÍA TERESA GALLEGO URRUTIA y AMAYA GARCÍA GALLEGO

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #47:

    Berlín, Jason Lutes

    Nº de páginas: 592

    Editorial: ATISBERRI

    Idioma: CASTELLANO