Cosas que leo #72:

    El mal hijo, Salvador S. Molina

    «Le oí. Dijo algo. Le escuché hablar. Me tocó la cara con sus yemas resecas. Quiero irme. Eso entendí. Déjame salir. No me dio tiempo a reaccionar. Al momento se le tensó el cuerpo y las costillas se comieron su pecho, retorciendo los dedos en el aire, y las piernas y el cuello, comenzó a gritar, a aullar por un dolor que llevaba dentro y que sólo él conocía. Puede sonar estúpido, pero me asusté mucho y me aparté corriendo, pegué un salto del colchón al pensar que mi padre podía morírseme o algo parecido. Él siguió convulsionando hasta que mi abuela se lanzó sobre él y le agarró de las muñecas. No sé qué hizo, pero funcionó. Tal vez eso pasaba siempre que le iba a ver y mi abuela ya había aprendido a dominarlo. Creo que le susurró cosas al oído. Igual que a los caballos.
    —Vamos a darle su regalo. Vamos a cantarle cumpleaños feliz…»

    “Es bonito… es muy bonito” le digo a Salva por teléfono cuando toco por primera vez el ejemplar de “El mal hijo”. Ya leí el manuscrito hace unos años y seguía pensando en el largo tiempo que han tardado en publicarlo; la verdad no entiendo la necesidad de hacer esperar a los lectores para asomarse a este universo Alhameño que se sucede en la novela. La primera vez que pisé su pueblo, ya lo había visitado a través de los ojos de Salva con esta primera novela que, por favor, espero no sea la última.

    Hay voz. Hay mirada. Hay estilo.

    Lo compruebo con emoción mientras releo la novela… “Qué hijo de puta”, me sale decir cada pocos párrafos… “Qué envidia”, también… pero esto me guardo de decírselo porque quiero que siga siendo mi amigo.

    Hay autenticidad. Hay talento. Y hay, hasta cuando él quiera, un escritor.

    Gracias por querer serlo.

    Nº de páginas: 240

    Editorial: ESPASA

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #62:

    De qué hablo cuando hablo de escribir, Haruki Murakami

    «Para los escritores mantenerse sin dificultades en el lugar donde deben estar es casi sinónimo de muerte creativa. Los escritores somos como ese tipo de pez que muere ahogado si no nada sin descanso.

    Por eso admiro a los escritores que nadan incansablemente durante mucho tiempo. Tengo una lógica predilección por determinadas obras, pero la esencia de esa admiración reside en que ser capaces de mantenerse activos durante muchos años y ganarse un público fiel se debe a que poseen algo fuera de lo común. Escribir novelas responde a una especie de mandato interior que te impulsa a hacerlo. Es pura perseverancia y resistencia, apoyadas en un prolongado trabajo en solitario. Me atrevo a decir que son cualidades y requisitos fundamentales de todo escritor profesional…»

    Nº de páginas: 304

    Editorial: TUSQUETS

    Traducción: FERNANDO CORDOBÉS / YOKO OGIHARA

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #60:

    Extraños en un tren, Patricia Highsmith

    «Eso era. Había puesto fin a una vida. Más nadie sabía qué era la vida, todo el mundo la defendía, era lo más valioso, pero él había arrebatado una. Aquella noche había tenido noción del peligro, de que le dolían las manos, del temor a que ella hiciese ruido, pero en el instante de sentir que la vida se le escapaba a la víctima, todo lo demás se había borrado y sólo le había quedado la realidad, la misteriosa realidad de lo que estaba haciendo, el misterio y el milagro de poner fin a una vida. La gente hablaba del misterio de nacer, del principio de la vida. ¡Pero eso era muy fácil de explicar! ¡De la unión de dos células embrionarias! Pero ¿y el misterio de poner fin a una vida? ¿Bastaba con apretar el cuello de una chica para que su vida se interrumpiera? Bien mirado, ¿qué era la vida? ¿Qué sintió Miriam después de soltarle la garganta? ¿Dónde estaba? No, él no creía en una vida más allá de la muerte. Ella había dejado de ser, y justamente eso era el milagro. ¡Oh, sí, él podría decir muchas cosas si le entrevistaban los periodistas!»

    Nº de páginas: 360

    Editorial: ANAGRAMA

    Traducción: JORDI BELTRÁN

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #56:

    Diarios y cuadernos, Patricia Highsmith

    «4/2/67

    Para el artículo de The Writer.

    Acerca de estar bloqueado, a distintas edades, quizá. Mi caso: una quiere a los 46 o así hacer algo mejor de lo que nunca ha hecho. Una no quiere repetirse. Eso conlleva parálisis temporal, con toda suerte de racionalizaciones. Estoy descansando porque lo necesito. Estoy recuperando fuerzas. Sería una tontería disipar energías. El carácter destructivo de las apariciones públicas y las conferencias. Un triste descubrimiento, puesto que como escribir es una forma de comunicación, a los escritores les encanta comunicar: por lo tanto, ¿por qué no abro la mente y el alma en las conferencias? Bueno, la realidad no es siempre tan estimulante como el satisfactorio ensayo a solas en la bañera. Cualquier indicio de timidez es fatal. Y las entrevistas para televisión. ¿Y las entrevistas más fáciles de lado a lado de la mesa de una cafetería con una cerveza o un café? ¿Qué es lo que hurtan? ¿Es que el escritor se destruye cuando habla tan libre, alegre, felizmente; tan dispuesto a ayudar al entrevistador en su tarea seguramente difícil?

    No lo sé, pero algo se quiebra, se distorsiona, se daña. ¿Un espejo interior de uno mismo? No lo sé. Solo sé que se tarda semanas en recuperarse, como si se hubiera tenido un accidente de coche, sufrido un shock o una conmoción o roto unas costillas. Dylan Thomas quedó destruido por aquel programa tan pasmosamente arduo de conferencias en sus dos viajes a América. Claro, es mucho más sencillo decir que lo destruyeron el alcohol y el tabaco, pues el alcohol fue la causa física inmediata. Pero era un hombre que se sentía incómodo entre mucha gente, o eso dicen quienes lo conocían bien. Bebía para sentirse más cómodo. Pero ni siquiera es así de sencillo. Los escritores y poetas no deberían revelar tanto sobre sí mismos en público, y Thomas lo hacía, por ejemplo, cuando recitaba poemas que había creado en privado. Y cualquier escritor, en una entrevista, revela sus hábitos y métodos de escritura, si los tiene, porque se le preguntan, y desea mostrarse generoso.

    El resultado es tan dañino para su creatividad, su cerebro, como una enfermedad cerebral. En mi opinión, J.D. Salinger hace bien al no conceder entrevistas, al no dar conferencias.»

    Nº de páginas: 1256

    Editorial: ANAGRAMA

    Traducción: EDUARDO IRIARTE GOÑI

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #55:

    Mientras escribo, Stephen King

    Tercera re lectura de esta maravilla y todavía no se me ha pegado nada… En ningún caso es culpa del libro, que es imprescindible.

    Nº de páginas: 320

    Editorial: DEBOLSILLO

    Traducción: JOFRE HOMEDES BEUTNAGEL

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #48:

    Vengo de ese miedo, Miguel Ángel Oeste

    «No tengo claro qué voy a contar ni cómo voy a hacerlo. No he diseñado ninguna estructura ni he compuesto una cronología. Simplemente escribo buscando explicaciones, pese a que cuando uno escribe suele terminar descubriendo que solo ha conseguido multiplicar las preguntas…»

    Nº de páginas: 304

    Editorial: TUSQUETS

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #45:

    Felices como bestias, Diego Pinillos

    «—No, no, muchas gracias… Tengo algo que hacer.
    Sin mirarte siquiera, se aleja en dirección al pueblo, con su traje antes marfil y ahora marrón de tanta tierra, hierba y sudor acumulado. Tu padre se acerca a agarrarte del cogote, orgulloso, pero no puedes dejar de mirar la sombra de Jaime perderse por las calles de Nava hasta hacerse del tamaño de una nuez diminuta y frágil incapaz de revelar su contenido real sin un
    cachanueces…

    Y así es como ocurre. Con una metáfora, con una mentira. Primero un golpe en el pecho, y luego un verso suave que te sube de los testículos a la garganta…»

    Este ejemplar que ahora tengo entre las manos, está dedicado por el propio autor, —afortunadamente más amigo que compañero— y del que no puedo estar más orgulloso. .. Le descubro entre las líneas de esta historia que es un acto de amor hacia todos nosotros y hacia él mismo. Un descubrimiento que nos regala con su primera novela y del que nos hace partícipes (literalmente) y, por qué no decirlo, sentir también imprescindibles…

    Me gusta pensar que tenemos algo que ver con su identidad y con las personas de «su» verbo.

    Gracias de verdad por ser uno más de tus «fantasmas».

    Yo también te quiero.

    Nº de páginas: 384

    Editorial: ADN NOVELAS

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #37:

    Los millones, Santiago Lorenzo

    «Primi le dio cuatro datos sobre su pasado africano. A Francisco le hizo gracia biografía tan accidentada. Era la quinta vez que se reía con ella, y ninguna había sido por quedar bien, como cuando iba con chavalas a sus dieciséis años. Y ella, a cuenta de su relato, le pareció a Francisco tropicalmente excitante, atractivamente mundana, colonialmente deseable. Entusiasmado por todo, acercó su cara aún más a la verja metálica: para ver mejor y para sentir el frío del metal. Divertida por el gesto, Primir hizo lo mismo…»

    Nº de páginas: 256

    Editorial: BLACKIE BOOKS

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #35:

    El último torero, Joaquín Pérez Ordóñez

    «Todo esto sucedió hace mucho tiempo. En otro país, en otro mundo Un mundo y un país que ya no existen.Y si no sucedió, sucederá muy pronto. O tal vez esté sucediendo en este preciso momento, ante nuestros ojos, y apenas sepamos verlo…»

    Así arranca esta novela. «El último torero», cuya semilla plantamos hace algunos años Joaquín (se me permita llamarle por su nombre de pila por nuestra gran amistad) y un servidor en forma de idea para un posible largometraje. No ha podido ser, al menos de momento, y le doy gracias por haber convertido todas aquellas líneas y diálogos en soberbia novela. Parafraseando a algún conocido que habla del «guion cinematográfico» como una «forma bastarda» de literatura, Joaquín ha conseguido dar vida al universo de Marcial Durán, protagonista de esta historia, hombre de resistencia, férreas convicciones y acólito de un arte en decadencia. De un ARTE, para él en mayúsculas, al que no dudará en aferrarse hasta sus últimos estertores que languidecen a la otra orilla de la legalidad; en la prohibición de un mundo a punto de extinguirse y del que Marcial, cada vez más consciente, ya no le pertence.

    Leedla.

    Nº de páginas: 398

    Editorial: SAMARCANDA

    Idioma: CASTELLANO


    Cosas que leo #31:

    Hamnet, Maggie O’Farrell

    «Se sienta en la silla buena, la que ofrece su madre a las visitas, a las que llegan sigilosamente a la puerta, generalmente de noche, a hablar en susurros de dolores, de exceso de sangre, de falta de sangre, de sueños, de presagios, de achaques, de dificultades, de amores inoportunos, de augurios, de ciclos lunares, de una liebre que se ha cruzado en su camino, de un pájaro que entró en su casa, de un brazo dormido, de otra parte del cuerpo demasiado despierta, de una erupción, una tos o un pinchazo aquí o allí, en el oído, en la pierna, en los pulmones o en el corazón. La madre escucha con la cabeza agachada, asintiendo, chasqueando la lengua. Después coge la mano y, al mismo tiempo, mira hacia arriba, al techo, al aire, con los ojos desenfocados, entrecerrados…»

    Cada página cuenta. Imprescindible.

    Nº de páginas: 350

    Editorial: LIBROS DEL ASTEROIDE

    Traducción: CONCHA CARDEÑOSO

    Idioma: CASTELLANO