He disfrutado mucho asomándome a la vida de Carlos Boyero. Ya me interesó en su momento el documental y este libro en el que repasa su vida es otra prueba más de lo interesante que resulta el personaje. Momento muy jodidos cuando se habla de la soledad. Escrito desde la sinceridad y sin ningún filtro. Muy recomendable.
«En las canciones de Bruce Springsteen o te quedas o y te pudres, o te escapas y te quemas. Eso está bien; por algo es un cantautor y necesita opciones así de simples para sus canciones. En cambio, nadie ha escrito nunca en una canción que es posible escapar y pudrirse: hay fugas en las que te sale el tiro por la culata, y también te puedes ir de la periferia para vivir en la ciudad, para terminar llevando una vida periférica, suburbana y arrastrada de todos modos. Eso es lo que me pasó a mí; o es lo que le pasa a casi todo el mundo…»
«Por una vez me alegró estar tan flaco. Primero metí los brazos y luego la cabeza, de lado, pero tuve que sacarla enseguida porque me di cuenta de que así no iba a conseguir entrar. Respiré hondo varias veces y después pasé la cabeza y luego traté de encajar los hombros, primero uno y luego el otro. Me eché a reír cuando vi que de esa forma sí que podía colarme, y sentí que había hecho un descubrimiento esencial sobre mis movimientos corporales al notar el cambio repentino de sensaciones desde el impulso que logró introducir la parte delantera de mi cuerpo hasta el tirón que intentaba meter la de atrás. Ahora tenía los brazos libres y me había quedado colgado por la cintura, cabeza abajo, dentro de la habitación. Mis piernas, al otro lado de la puerta, se elevaron desde el respaldo de la silla. Sin dejar de reírme, retorcí el resto del cuerpo hasta que logré colarme del todo y caí de cabeza al suelo. Casi no noté el dolor. (No fue mucho peor que, quince años más tarde, el mordisco de una mujer en el brazo.) Fui pavoneándome hasta el armario, abría la puerta y sonreí al ver el dinero. Cogí setenta centavos seleccionando muy bien las monedas, cerré el armario y el montante, salí por la puerta y me fui al cine…»