«…uno de ellos es que, como advierte Milan Kundera, el novelista puede llegar a ser más conocido por sus opiniones políticas que por sus novelas, cuando lo mejor que tiene que decir lo dice con sus novelas, no con sus opiniones políticas. Otro problema —quizás más importante todavía, también más inquietante— es que, en varios sentidos cruciales, el novelista y el intelectual son no sólo personajes distintos sino opuestos. El novelista formula interrogantes, siembra dudas, propone paradojas, inocula contradicciones y no da nunca respuestas, o sus respuestas son siempre ambiguas, contradictorias, esencialmente irónicas; no digo que, en circunstancias normales, el intelectual (o el novelista metido a intelectual) no pueda o incluso deba hacer lo mismo en sus comentarios y reflexiones, sembrando dudas, ambigüedadesy perplejidades sobre la actualidad formulando interrogantes acerca de ella. Pero lo cierto es que, por muchas dudas, interrogantes, ambigüedades y perplejidades que siembre, en situaciones límite —esas que definen al intelectual como definen a cualquier otro hombre— el intelectual no puede eludir tomar partido, debe aceptar o negar, transigir o rebelarse, decír sí o no: aunque no renuncie a seguir planteando preguntas, en tales casos no puede no dar respuestas claras, nítidas y taxativas. Esto le aleja por completo del novelista, si no le coloca frente a él, o le enemista con él. Lo cual significa que el novelista que acepta correr el riesgo de intervenir en la vida pública, por los motivos que fuere —por soberbia, por afán de notoriedad, por que siente la obligación o el impulso de hacerlo, o simplemente por el temor a verse devorado por el autismo narcicista que lo asedia de continuo, amenazando con hacer de él un mamarracho sin remedio—, debe saber que puede convertirse en un individuo escindido…»
«La memoria es muy importante, memoria de cada fotografía que, al galope, hemos tomado al mismo ritmo que el acontecimiento; durante el trabajo tenemos que estar seguros de que no hemos dejado agujeros, de que lo hemos expresado todo, puesto que luego será demasiado tarde, no podremos recuperar el acontecimiento a contrapelo…»
«Si uno escribe sin garra, sin entusiasmo, sin amor, sin divertirse, únicamente es escritor a medias. Significa que tiene un ojo tan ocupado en el mercado comercial, o una oreja tan puesta en los círculos de vanguardia, que no está siendo uno mismo. Ni siquiera se conoce. Pues el primer deber de un escritor es la efusión: ser una criatura de fiebres y arrebatos. Sin ese vigor, lo mismo daría que cosechase melocotones o cavara zanjas; Dios sabe que viviría más sano…»
«La gente está enganchada a Urtain. La gente corriente, hombres y mujeres que no tienen ni papa de boxeo, pero que de algún extraño modo se sienten identificados con ese simpático gladiador. Eso le pasa al funcionario, que no entiende de crochés ni de jabs, pero al que le hace gracia que haya un aldeano que tan pronto levanta piedras como la emprende a puñetazos con un fulano; también le ocurre al ama de casa, que siempre ha pensado que el boxeo es una salvajada, pero que ve en el periódico la foto del boxeador vasco y siente unas cosquillitas debajo de la piel que no tenía desde hace años; y algo similar le sucede a ese niño que lanza puñetazos al aire en el recreo, pero que en realidad no ha visto un ring de cerca en la vida; incluso eso es lo que pasa al viejo que un día vio pelea a Paulino Uzcudun y que ahora se ilusiona con este macizo muchacho. Esos son los que van a encumbrar a Urtain…»
He disfrutado muchísimo este regalo de Reyes, las cosas como son.
Como las ilustraciones están increíbles y ayudan a seguir la lectura y comprensión del mundo matemático, una segunda parte con conceptos más complejos estaría muy bien para seguir profundizando. Aunque es cierto que en la última parte del libro se recomienda (de forma muy original) otros autores y libros de divulgación.
«La otra explicación podríamos llamarla American Beauty: la clase media aspiracional se fue buscando el sueño de un chalet con piscina a los nuevos desarrollos y ahora se encuentra con unas expectativas frustradas. Su enclave, en muchas ocasiones creado durante el boom, no se ha convertido en una ciudad ni se ha revalorizado y, si trabajaban en algo relacionado con la construcción o la industria, sus expectativas laborales son complicadas. Se pasan horas en el coche en los trayectos al trabajo y, aislados de todo, tienen la crisis de la mediana edad de Lester Burnham, o accesos de ira como Jack Torrance, que el populismo de derechas convierte en votos. Es interesante la aparente contradicción, ya que un lugar no puede ser nuevo y al mismo tiempo añorar una prosperidad perdida…»
Relectura. Como acostumbro a poner en las primeras páginas cuándo arranco con la lectura de los libros, este lo leí hace cinco años durante un viaje de vacaciones a Tenerife. Me ha generado más nostalgia que otra cosa y el ejercicio de revisitarlo se debe a que he leído recientemente «De qué hablo cuando hablo de escribir».
Muy Interesante y en su momento hice algunas anotaciones curiosas; ¿quién era yo hace tanto tiempo?
«Para los escritores mantenerse sin dificultades en el lugar donde deben estar es casi sinónimo de muerte creativa. Los escritores somos como ese tipo de pez que muere ahogado si no nada sin descanso.
Por eso admiro a los escritores que nadan incansablemente durante mucho tiempo. Tengo una lógica predilección por determinadas obras, pero la esencia de esa admiración reside en que ser capaces de mantenerse activos durante muchos años y ganarse un público fiel se debe a que poseen algo fuera de lo común. Escribir novelas responde a una especie de mandato interior que te impulsa a hacerlo. Es pura perseverancia y resistencia, apoyadas en un prolongado trabajo en solitario. Me atrevo a decir que son cualidades y requisitos fundamentales de todo escritor profesional…»
«En el futuro no habrá apenas colas: seguiremos pidiendo la cena y un café desde casa, nos conducirán coches autónomos y amables, pagaremos a otros para que esperen por nosotros… Será un mundo sin la tortura física de guardar cola. Será un mundo más eficiente y, en contra de su propósito, aún más aburrido»
Interesantísimo ensayo, crónica y diario… con reflexiones en las que habría que detenerse más a menudo. Muy recomendable.
No acostumbro a leer ensayos de filosofía y este me ha parecido brutal. Dí con él un poco de rebote, pero oye… nada puedo decir que haga justicia a todo lo que se expone durante la reflexión. Resumirlo sería dejarme en evidencia así que mejor disfrutadlo.
«Todos tenemos un amigo que trabaja de sol a sol por cuatro perras y que, en cuanto dispone de una semana y media de vacaciones, se marca un viaje exprés a Kuala Lumpur o se apunta a tres días de puenting en Camboya so pretexto de que hay que moverse, y peor todavía, perseguir tus sueños. Fácil es recordar la patética figura de Red Buttoms, el anciano vestido de marinerito que se ve inmerso en el insoportable maratón de baile de Danzad, dandaz, malditos, la célebre película de Sydney Pollack. Son aquellas personas a las que frecuentamos con cautela, porque su presencia nos resulta extenuante. Pero que lleven la diversión colgada del cuello, como si de una piedra de molino se tratase, debería llevarnos a preguntar de qué escapan. Rasguen un poco el telón y observarán que las poleas de la tramoya quedan rápidamente al descubierto. Jumpers, balconers, pornfoodies, erotómanos, cleptómanos y pirómanos comparten una ansiedad común. Naturalmente, el ave rapaz seguirá sobrevolando en círculos aunque traten de espantarla con movimientos apotropaicos. Solo hay, desde los tiempos de Sócrates, una medicina capaz de calmar este dolor. No se obtiene fácilmente pero es mano de Santo. Perder el miedo a la muerte es condición necesaria para gozar de la existencia…»