O me he vuelto un desalmao… o esta historia está escrita desde una distancia muy salvaje. Me mata la poca carne que te deja tocar este narrador omnisciente… ¿Recomendable? Pues qué te digo… a lo mejor te flipa. No ha sido mi caso.
JOHAN: No, gracias. En todo caso, esta es una morada digna de un ser humano.
MARIANNE: (sonríe): Vives fuera de la ciudad.
JOHAN: Vivimos en una colmena de hormigón de tres habitaciones. Décimo piso. Con vistas a otra colmena de hormigón. En el portal se tambalean críos de trece años borrachos de cerveza. Se divierten pegando a los jubilados. El edificio se resquebraja por todas partes. Entra tanta corriente por las ventanas que las cortinas se mueven. Hace nada, durante dos semanas, tuve que ir a buscar agua a una fuente. Ningún cuarto de baño funcionaba. Da reparo bajar al metro después de las ocho de la tarde. En medio de los bloques hay algo que un arquitecto chiflado ha bautizado como plaza. No es que me queje. Pienso más bien que es interesante porque se parece a mi concepción del infierno.
MARIANNE: No sabía que creyeras en el infierno.
JOHAN: El infierno es un lugar donde ya nadie cree en soluciones. Pero Paula está a gusto ahí. Dice que todo coincide con su imagen del mundo. Y que se siente segura. Para mí, en cierta manera, no tiene importancia donde vida, ya que concibo cada vivienda como algo provisional. Uno ha de tener la seguridad en su interior.»
«—No, no, muchas gracias… Tengo algo que hacer. Sin mirarte siquiera, se aleja en dirección al pueblo, con su traje antes marfil y ahora marrón de tanta tierra, hierba y sudor acumulado. Tu padre se acerca a agarrarte del cogote, orgulloso, pero no puedes dejar de mirar la sombra de Jaime perderse por las calles de Nava hasta hacerse del tamaño de una nuez diminuta y frágil incapaz de revelar su contenido real sin un cachanueces…
Y así es como ocurre. Con una metáfora, con una mentira. Primero un golpe en el pecho, y luego un verso suave que te sube de los testículos a la garganta…»
Este ejemplar que ahora tengo entre las manos, está dedicado por el propio autor, —afortunadamente más amigo que compañero— y del que no puedo estar más orgulloso. .. Le descubro entre las líneas de esta historia que es un acto de amor hacia todos nosotros y hacia él mismo. Un descubrimiento que nos regala con su primera novela y del que nos hace partícipes (literalmente) y, por qué no decirlo, sentir también imprescindibles…
Me gusta pensar que tenemos algo que ver con su identidad y con las personas de «su» verbo.
Gracias de verdad por ser uno más de tus «fantasmas».
Puta obra maestra. Un amigo me contó que se dedicaba a arrancarle páginas a este libro e iba regalándolas en algunos garitos de Madrid. Ojalá fuese ese amigo…